jueves, 25 de abril de 2013

II De "El guardador de rebaños" (Fernando Pessoa)


Mi mirar es nítido como un girasol.
Tengo la costumbre de andar por los caminos
mirando a derecha y a izquierda,
y de vez en cuando para atrás...
Y lo que veo a cada momento
es aquello que nunca antes había visto,
y me doy cuenta muy bien...
Sé tener el pasmo esencial
que tiene un niño, si, al nacer,
repara de veras en su nacimiento...
Me siento nacido a cada momento
para la eterna novedad del mundo...
Creo en el mundo como en una margarita,
porque lo veo. Pero no pienso en él
porque pensar es no comprender...
El mundo no se hizo para que lo pensáramos
(pensar es estar enfermo de los ojos)
sino para mirarnos en él y estar de acuerdo...
No tengo filosofía: tengo sentidos...
Si hablo de la Naturaleza no es porque sepa lo que ella es,
sino porque la amo, y la amo por eso,
porque quien ama nunca sabe lo que ama
ni sabe porque ama, ni lo que es amar...
Amar es la inocencia eterna,
y la única inocencia es no pensar...

El guardador de rebaños.(1911-1912) 

jueves, 18 de abril de 2013

Igual que si nunca (Angel González)

¿Es algo más que el día lo que muere esta tarde?
El viento
                  ¿qué se lleva,
qué aromas arrebata?
Desatadas de golpe, las hojas de los árboles
ciegas van por el cielo.
Pájaros altos cruzan, se adelantan
a la luz que los guía.
                              Sombría claridad
será ya en otra parte
-por un instante sólo-
madrugada.

Con banderas de humo alguien me advierte:

-Míralo todo bien;

eso que pasa
no volverá jamás
y es ya igual que si nunca hubiese sido

efímera materia de tu vida.


Prosemas o menos (1985)

jueves, 11 de abril de 2013

Con las piedras con el viento...(José Hierro)

Con las piedras, con el viento
hablo de mi reino.

Mi reino vivirá mientras

estén verdes mis recuerdos.
Cómo se pueden venir
nuestras murallas al suelo.
Cómo se puede no hablar
de todo aquello.
El viento no escucha. No
escuchan las piedras, pero
hay que hablar, comunicar,
con las piedras, con el viento.

Hay que no sentirse solo.

Compañía presta el eco.
El atormentado grita
su amargura en el desierto.
Hay que desendemoniarse,
liberarse de su peso.
Quien no responde, parece
que nos entiende,
como las piedras o el viento.

Se exprime así el alma. Así

se libra de su veneno.
Descansa, comunicando
con las piedras, con el viento.


Con las piedras, con el viento (1950)