jueves, 2 de febrero de 2017

Descenso a la mansedumbre (Antonio Colinas)

¡Cómo revela el mar la mansedumbre!
Aquí en la playa, donde están los límites
verdaderos del ser
-los de la tierra, el mar, el cielo-,
todo es infinito.
Mansa es el agua y mansas son las rocas,
y hasta la noche que desciende es mansa.

¿Qué nos queda, teniéndolo ya todo,
sino abatirnos y besar la luz,
o en ella deshacer nuestra palabra,
que debiera también
ser sólo mansa como el aire leve?
Nos cuesta demasiado a los humanos
ir fundiendo los labios y los ojos
en la luz de la tarde,
ir arrancando de raíz el mal.

Todo es manso en el mundo,
mas la vida en nosotros habrá de ser combate
hasta que la palabra recupere
fogosa mansedumbre.

A veces, con los ojos
húmedos de mirar tanta belleza,
el cerebro también se torna manso.
Entonces, todo es sacro en su unidad,
uno con todo es la palabra mansa.

Y si el cuerpo osara levantar
su vuelo más allá todavía,
si los labios callasen para ser
ocaso en el ocaso,
si oyésemos rendidos el silencio,
el mundo sería al fin hoguera de lo manso.

Libro de la mansedumbre (1997)

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