Donde viste la luz, sigue la luz,
y allí donde los cuerpos estuvieron
siguen las olas mojando las arenas;
donde oliste la flor, zumban abejas
nuevas, y otros veleros tiene el mar.
En el lugar donde absorto viviste
el engaño del mundo: tu inocencia,
los mismos astros permanecen.
Ciego,
miras la luz, las olas, las abejas,
los veleros, los astros. El camino
está lleno de rosas, y no hueles
sino la oscuridad desposeída.
Entra en la casa aún, cierra el postigo:
nadie te espera ya, y a nadie esperas.
Insistencias en Luzbel (1977)
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